martes, 2 de junio de 2009

Si los dejas, lo hacen

La semana pasada tuvimos la oportunidad de presenciar en la primera cadena de TVE el debate entre los candidatos López Aguilar y Mayor Oreja. Realmente no tuvo mucha audiencia, una pena porque resultó muy clarificador. Todos conocemos que Mayor Oreja representa, junto con Aznar, al ala más radical de la derecha española. Pero tras el cara a cara, el señor Mayor Oreja salió del estudio de televisión investido como el líder de la ultraderecha española. Sus intervenciones estaban muy alejadas de la realidad social de los españoles. Realmente no comprendo como se puede elegir como candidato para representar al PP en el Parlamento europeo, a una persona totalmente alejada de la vida diaria y anclada permanente en el pasado, un pasado ya superado por las nuevas generaciones. Poca visión de futuro por parte de Rajoy, que se pasea sin pudor alguno en compañía del Sr. Camps y cogido del brazo del Presidente de la Diputación de Castellón, el Sr. Fabra, para el que, en su primer juicio de los varios que tiene pendientes, le piden ya dos años de cárcel. Y es que la capacidad de Rajoy para ser alternativa de algo, cada vez está más en cuestión. Si su pensamiento coincide con el de las personas de las que se ha rodeado y asesoran, en España tenemos más que sobrados motivos para estar preocupados. La misma elección de Mayor Oreja es un botón de muestra. ¿Cómo se puede premiar con la cabecera de la lista por el PP a alguien que ha demostrado su falta de rigor en su argumentación y poca capacidad de trabajo? Ya expliqué hace dos semanas que en el ranking que existe de los parlamentarios europeos menos trabajadores, que menos han asistido a las sesiones del Parlamento, está el Sr. Mayor Oreja, y ello sin dejar de cobrar puntualmente. Por otra parte está su absoluta falta de lealtad al sistema. Y es que todo vale para este candidato que en su discurso dejó más que patente que la crisis económica sólo le interesa en cuanto que sea capaz de generarle votos.

La oposición al gobierno es legítima y necesaria, pero debe realizarse con algunas condiciones sin las cuáles todo puede derrumbarse. La primera de ellas debe ser la de usar siempre la verdad de lo que se crítica, la lealtad al sistema para el que no todo vale y ser capaz de ofertar una alternativa. Y al candidato del PP le faltan las tres. Procura utilizar la demagogia y nos habla de que la lengua española está en peligro sabiendo que no es verdad, usa el terrorismo en contra del gobierno, nos habla del aborto, que por cierto el permitió en su época de miembro en el gobierno con Aznar sin quitarlo ni hacer una sola crítica. Y finalmente nos habla de medidas ante la crisis económica pero nunca las concreta, nunca señala cuáles son esas soluciones que dicen tener. Y las guardan muy en el fondo de sus maletines no las vayamos a conocer. Y es que si les dejamos las aplican. Se olvidan siempre de eliminar los paraísos fiscales existentes o de no dejar a sus amigos, que no padecen la crisis, sin sus millonarios contratos blindados. Y es que ellos nunca pierden. En el Partido Popular lo tienen claro y consideran que los trabajadores tienen muchos derechos. Los primeros que eliminarían si gobernaran. Ya lo hicieron con el decretazo ante una crisis de menor envergadura que la actual. Y no dudarán en volverlo a hacer si se lo permitimos.

El PP se haya sumido en la actualidad en una enorme crisis de corrupción institucionalizada allí donde gobierna. Y su único mensaje es el de hablar de persecución hacia su partido y criticar a la justicia. Mucho me preocupa que Rajoy pretenda saldar su deuda ante la justicia con un aval en las urnas. Que considere que si gana las elecciones en Valencia o Castellón, Francisco Camps o Fabra deben ser absueltos gracias al voto ciudadano y que el PP no esté obligado a tomar medida alguna. Y todos sabemos que eso no es así. Que la justicia es lenta, pero llega. Y así tiene que ser por el bien del sistema.

No quisiera terminar esta columna sin hacer mención a las declaraciones de un representante de la iglesia en las que minimiza los abusos a menores en comparación con el aborto. No sería preocupante la opinión eclesiástica si no fuera por el apoyo inmediato del Sr. Mayor Oreja para el que el catecismo es su principal programa electoral. Hasta el momento nadie de su propio partido le ha contestado con contundencia. Y espero que alguien lo haga.