Hace
unos días el Instituto Nacional de Estadística publicaba unos datos sobre la
situación actual de los españoles. El 21,6 % se encuentran por debajo del
umbral de la pobreza. No lo digo yo, lo dice el INE. Algo más de la quinta
parte de los cuarenta y siete millones de españoles, dos de cada diez.
Ciertamente escalofriante. Sigue diciendo el INE que más de la mitad de los
españoles no pueden ir de vacaciones y el 17% de los hogares sufren
dificultades para llegar a fin de mes. Este es el balance de los dos años de
gobierno de Rajoy, un país más pobre, más injusto y más desigual. Un país donde
la clase media disminuye. Triste balance de un gobierno y que además tiene la
osadía de sacar pecho diciendo que la crisis se ha acabado, ignoran Rajoy y sus
ministros que, por muy bien que le vaya a la banca y a las grandes empresas, la
crisis no se habrá acabado mientras no disminuya drásticamente el paro y los
ciudadanos recuperen sus derechos. Pero hoy hay más paro, ese que iba a
disminuir con la sola entrada del gobierno del PP tal como prometió en una foto
indecente del presidente ante una cola del INEM. También la deuda es muy
superior, esa que ha servido de excusa para recortar el gasto social en
educación, sanidad, dependencia y pensiones. Pero no fue el estado de bienestar
el causante del aumento de dicha deuda como bien indican muchos economistas, sino
más bien la desregulación financiera y sus gastos. No son los ciudadanos
quienes han vivido gratis en este país, sino más bien la banca privada a la que
se ha rescatado con dinero público y encima se les ha condonado la deuda,
mientras tanto los bancos se han convertido en la más grande inmobiliaria del
país con pisos procedentes de los desahucios a familias a las que no se les
condona nada y se les expulsa hacia la miseria. Un país más injusto, mucho más
injusto donde se ha eliminado el principio de igualdad de oportunidad que
supone la educación para subir en la escala social y donde los trabajadores,
que no van al paro, ven reducidos sus salarios y siempre tienen sobre sus
cabezas la espada de Damocles del despide que Rajoy ha convertido en gratuito
gracias a su reforma laboral. Mucha prisa ha tenido el gobierno en estos dos
años, la crisis tan solo ha sido una excusa para hacer lo que siempre ha querido,
cambiar leyes básicas que afectan a cuarenta y siete millones de españoles con
tan sólo once millones de votos, algo que no les da derecho. Y quedan otros dos
años de gobierno del PP, y continuarán las reformas como recientemente ha
anunciado Rajoy. El gobierno demuestra con la Ley de Seguridad Ciudadana y de
Servicios Mínimos en las huelgas que tiene escasa confianza en salir de la
crisis. Con estos dos proyectos de Ley convierte en enemigo al ciudadano que
protesta o lleva a cabo una huelga, derechos reconocidos en nuestra
Constitución y que Rajoy pretende dejar en páginas en blanco. Lo cierto es que
piensa aplicar reformas que afectan a los derechos de reunión, manifestación y
de huelgas. Pretenden ciudadanos sumisos y obedientes y que no se manifiesten
contra el gobierno. El propio nombre elegido para estas leyes parece más bien
una broma de mal gusto. Pero no conseguirá su propósito pues los avances
sociales no se han conseguido sin ciertas dosis de rebeldía e insumisión, sólo
con movilizaciones, protestas y desobedeciendo leyes es como se han hecho caer
gobiernos despóticos. Este y no otro es el balance del gobierno del PP.
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