lunes, 9 de junio de 2014

Después de las elecciones y de la abdicación

La abdicación del rey la semana pasada me impidió que continuara analizando el resultado de las elecciones europeas. Y todos nos metimos en una vorágine de información y consideraciones sobre la jefatura del estado y que continuará aún varias semanas, dejamos de lado, como si no existieran, los problemas reales que padecen los ciudadanos para entrar en la dicotomía entre monarquía o república. Ya la semana dejé mi opinión sobre el tema y en la que me ratifico. De todas formas cuesta muy poco consultar a una ciudadanía que alcanzó su mayoría de edad el mismo día que celebramos las primeras elecciones democráticas. Una consulta es necesaria para dar legitimidad a un sistema, sin ella siempre estaríamos en un permanente estado de incertidumbre sobre la legitimidad de la jefatura del estado. Pero las elecciones han pasado y han dado los resultados que han dado, toda una muestra del malestar ciudadano que ha sido el gran maltratado durante la crisis, y que ha votado por más democracia, por más transparencia, contra la corrupción y contra la impunidad de los corruptos, contra los recortes en derechos y del estado de bienestar. El partido que no lo vea así se pone una oscura venda en los ojos que no puede llevarle a otro camino que al abismo. Y quien hasta ahora negaba primarias abiertas como IU que en su osadía manifestaba que eran un absurdo, de la noche a la mañana se ha convertido en adalid de este sistema de elección de sus candidatos con el que ya se comprometió públicamente y previamente el partido socialista. Mientras tanto el PP sigue manteniendo que los ciudadanos no les han entendido, ni una sola autocrítica. Desgraciadamente cuenta con la ventaja de que aglutina a la derecha, mientras que la izquierda, mayoritaria socialmente en nuestro país, se encuentra dividida. Y mientras entramos entre discusiones entre las nuevas formaciones surgidas de las elecciones y nos miramos con fijación enfermiza nuestro ombligo, se anuncian nuevos recortes y que afectarán nuevamente a las capas más débiles de la sociedad y a los jóvenes. Y para ello desde el gobierno de Rajoy ha esperado nuevamente a la finalización de unas elecciones para continuar segándonos la hierba y darnos un nuevo hachazo. Y ahora nos hablan de añadir otro copago a la ya maltrecha ciudadanía, pero esta vez en educación. Ni más ni menos que en la enseñanza no obligatoria, o lo que es lo mismo, pretenden que los que estudian bachillerato paguen por ello como si de una escuela privada se tratase. Que vayan preparando el bolsillo todas aquellas familias que tienen a sus hijos en la ESO. No es definitivo, depende del impacto que la noticia produzca en los ciudadanos, que estos dejen de mirarse el ombligo y de discutir sobre quién es la verdadera izquierda para sumar voluntades ciudadanas, porque no es otro el camino, que es necesario dejar atrás el cainismo anguitiano y que tanto daño hizo a la izquierda y que es utilizado convenientemente por los poderes económicos de forma periódica en los medios de comunicación para servir a sus fines. Y Anguita bien que se deja manejar para dar goce a su minuto de gloria ante las cámaras y disfrute de empresarios como Lara, propietario de Antena 3, La Sexta y el grupo Planeta, amén de otros poderosos grupos empresariales. Ese es el gran drama de nuestro país, que mayoritariamente de izquierdas gana las elecciones la derecha más antisocial existente. Los partidos no pueden cerrar los ojos y deben volver a establecer una mayor conexión con los ciudadanos y con sus militantes de base. Y los ciudadanos abrir bien los ojos a las nuevas formaciones, que por nuevas son precisamente más desconocidas. Me preocupa y mucho los términos utilizados por un partido como Podemos que tras su irrupción en la vida política, señala que su “objetivo es destruir y expulsar al PP y al Psoe de la vida política”, y es que con odio no se construye, todo lo contrario, se destruye. Su mensaje de La Casta, en el que introduce a todos por igual, es caer en el mismo error de IU con el ya archisabido de “PP Psoe la misma mierda es” y que en definitiva resta en lugar de sumar y trae consigo las victorias electorales del PP de Rajoy. Y también es caer en el mensaje de Franco que dedicó todo su tiempo a desprestigiar la vida política y a decir que “todos los políticos son iguales”. El objetivo de los partidos no debe ser otro que resolver, solucionar, los problemas a los vecinos. Empezar así es comenzar mal y a la postre va en perjuicio de quiénes más ayudan necesitan.  Mientras tanto los salarios siguen disminuyendo en las empresas al mismo tiempo que suben sus beneficios.

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