La abdicación del
rey la semana pasada me impidió que continuara analizando el resultado de las
elecciones europeas. Y todos nos metimos en una vorágine de información y
consideraciones sobre la jefatura del estado y que continuará aún varias
semanas, dejamos de lado, como si no existieran, los problemas reales que padecen
los ciudadanos para entrar en la dicotomía entre monarquía o república. Ya la
semana dejé mi opinión sobre el tema y en la que me ratifico. De todas formas
cuesta muy poco consultar a una ciudadanía que alcanzó su mayoría de edad el
mismo día que celebramos las primeras elecciones democráticas. Una consulta es
necesaria para dar legitimidad a un sistema, sin ella siempre estaríamos en un
permanente estado de incertidumbre sobre la legitimidad de la jefatura del
estado. Pero las elecciones han pasado y han dado los resultados que han dado,
toda una muestra del malestar ciudadano que ha sido el gran maltratado durante
la crisis, y que ha votado por más democracia, por más transparencia, contra la
corrupción y contra la impunidad de los corruptos, contra los recortes en
derechos y del estado de bienestar. El partido que no lo vea así se pone una
oscura venda en los ojos que no puede llevarle a otro camino que al abismo. Y
quien hasta ahora negaba primarias abiertas como IU que en su osadía
manifestaba que eran un absurdo, de la noche a la mañana se ha convertido en
adalid de este sistema de elección de sus candidatos con el que ya se
comprometió públicamente y previamente el partido socialista. Mientras tanto el
PP sigue manteniendo que los ciudadanos no les han entendido, ni una sola
autocrítica. Desgraciadamente cuenta con la ventaja de que aglutina a la
derecha, mientras que la izquierda, mayoritaria socialmente en nuestro país, se
encuentra dividida. Y mientras entramos entre discusiones entre las nuevas
formaciones surgidas de las elecciones y nos miramos con fijación enfermiza
nuestro ombligo, se anuncian nuevos recortes y que afectarán nuevamente a las
capas más débiles de la sociedad y a los jóvenes. Y para ello desde el gobierno
de Rajoy ha esperado nuevamente a la finalización de unas elecciones para
continuar segándonos la hierba y darnos un nuevo hachazo. Y ahora nos hablan de
añadir otro copago a la ya maltrecha ciudadanía, pero esta vez en educación. Ni
más ni menos que en la enseñanza no obligatoria, o lo que es lo mismo,
pretenden que los que estudian bachillerato paguen por ello como si de una
escuela privada se tratase. Que vayan preparando el bolsillo todas aquellas
familias que tienen a sus hijos en la ESO. No es definitivo, depende del
impacto que la noticia produzca en los ciudadanos, que estos dejen de mirarse
el ombligo y de discutir sobre quién es la verdadera izquierda para sumar voluntades
ciudadanas, porque no es otro el camino, que es necesario dejar atrás el cainismo
anguitiano y que tanto daño hizo a la izquierda y que es utilizado
convenientemente por los poderes económicos de forma periódica en los medios de
comunicación para servir a sus fines. Y Anguita bien que se deja manejar para
dar goce a su minuto de gloria ante las cámaras y disfrute de empresarios como
Lara, propietario de Antena 3, La Sexta y el grupo Planeta, amén de otros
poderosos grupos empresariales. Ese es el gran drama de nuestro país, que
mayoritariamente de izquierdas gana las elecciones la derecha más antisocial
existente. Los partidos no pueden cerrar los ojos y deben volver a establecer
una mayor conexión con los ciudadanos y con sus militantes de base. Y los ciudadanos
abrir bien los ojos a las nuevas formaciones, que por nuevas son precisamente
más desconocidas. Me preocupa y mucho los términos utilizados por un partido
como Podemos que tras su irrupción en la vida política, señala que su “objetivo es
destruir y expulsar al PP y al Psoe de la vida política”, y es que con odio no
se construye, todo lo contrario, se destruye. Su mensaje de La Casta, en el que
introduce a todos por igual, es caer en el mismo error de IU con el ya
archisabido de “PP Psoe la misma mierda es” y que en definitiva resta en lugar
de sumar y trae consigo las victorias electorales del PP de Rajoy. Y también es
caer en el mensaje de Franco que dedicó todo su tiempo a desprestigiar la vida
política y a decir que “todos los políticos son iguales”. El objetivo de los
partidos no debe ser otro que resolver, solucionar, los problemas a los
vecinos. Empezar así es comenzar mal y a la postre va en perjuicio de quiénes
más ayudan necesitan. Mientras tanto los
salarios siguen disminuyendo en las empresas al mismo tiempo que suben sus
beneficios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario