viernes, 28 de agosto de 2009

Que nada cambie

Vienen revueltas las aguas del PP lebrijano, tanto como la de sus compañeros a nivel del estado español desde donde pretenden amedrentar a jueces y a policías. Donde no tienen otro objetivo que tratar de desgastar al gobierno de Zapatero poniendo en entredicho a profesionales policiales y judiciales. Lo cierto es que en Lebrija siguen los mismos métodos de Rajoy, Aznar, De Cospedal… y es que todo vale también para el Sr. Don Francisco Bellido por indecente que sea. Da igual que se falte a la verdad como acaba de hacer en la campaña recién iniciada por el PP de Lebrija. Y lo hacen sin considerar que hay mentiras de muy corto recorrido como las que acaban de lanzar a los ciudadanos. Pero parece que les da igual quedar por mentirosos a los pocos días. Y así es hoy el PP lebrijano. Lo cierto es que mientras desde el gobierno municipal se planifica una Lebrija moderna y en sus calles, entre los lebrijanos se habla del hospital, de la Nacional IV por nuestra localidad, de energía termosolar que crea empleo, de una nueva guardería, de los nuevos juzgados, de un Centro de Alzheimer, de una nueva biblioteca, de pistas de atletismo, de un nuevo pabellón polideportivo,… los señores Francisco Bellido y Javier Monge nos hablan de dos palmeras.

Y se gastan un dinero en una campaña para anunciar que la plaza ha perdido sus palmeras. Y es que nunca he visto una denuncia tan ridícula y que va a quedar desmentida en pocos días, quizás cuando haya dado luz este periódico los lebrijanos y lebrijanas lo hayan podido ya comprobar. Qué forma tan ridícula tienen estos señores del PP de malgastar el dinero. Y es que esto pasa cuando se pretende hacer oposición sin vivir en Lebrija o nombrar como Presidente a una persona que actúa a los dictados del Sr. Bellido.

Desde el gobierno municipal no se ha hecho otra cosa que aprovechar las obras para sustituir unas palmeras, que en algún caso llegaba a los 26 metros de altura y con 14 toneladas de peso. Palmeras que no ofrecían la seguridad que todo ciudadano se merece. ¿O es que ya no se acuerdan cuando se cayó una de las palmeras hace ya algunos años? ¿Acaso les da igual que no se sustituyan unas palmeras que corren peligro y mate a alguien como hemos podido leer en prensa que ha ocurrido en Jerez o Huelva? Un gobierno debe velar por la seguridad de los lebrijanos, lebrijanas y niños y niñas que pasean y pasearán por la plaza. Y eso es lo que se ha hecho desde el gobierno municipal. Se sustituyen unas palmeras por otras con otra altura más adecuada y un mejor anclaje a la tierra. Pero es que además hemos visto duplicado el número de palmeras en Lebrija, pues las que estaban en la plaza no se han tirado a la basura sino que se han colocados en San Benito y, por supuesto, con un anclaje mejor y más seguro. Eso es todo. La plaza no ha perdido sus palmeras, ni El Cortinal sus naranjos aunque el Sr. Bellido no los vea desde su domicilio en Sevilla, ni Lebrija está perdiendo árboles ni plazas, y el albero de Canalejas se sustituye por otro material más limpio porque así lo piden los mismos ciudadanos. Yo mismo he visto como en alguna zona que se ha recuperado para los lebrijanos se iba a colocar albero, y han sido los propios vecinos y vecinas los que han rogado que albero de ninguna de las maneras. Lebrija no se merece esta oposición tan poco seria. En el PP de Lebrija hay personas de mayor seriedad que la que representan los señores Bellido y Monge.

Y se atreven a decir que desde PSOE e IU no quieren a Lebrija, que no les gusta su pueblo. Lo dicen quiénes gobernaron cuatro años y tuvieron a su pueblo en el más absoluto de los abandonos, y todo por desidia, por no trabajar, por tener siempre cerradas las puertas de sus despachos. El querer Lebrija se traduce en tratar de mejorarla cada día. Quien no hace nada, no cambia nada, no aporta siquiera ideas es el que no quiere a Lebrija. Lo cierto es que el PP informa de que “quiero a Lebrija cómo estaba”. Y yo me pregunto, cómo estaba ¿cuándo?, ¿a qué Lebrija se refiere?, porque Lebrija ha ido cambiando con los años, y hubo momentos en que no hubo palmeras en su plaza, ni estaba la estatua de Elio Antonio, y había muchas calles sin asfaltar, ni teníamos Casa de la Cultura o ni siquiera se contaba siempre con el agua necesaria para beber, o cuando las marismas eran eso y no el motor de desarrollo económico de Lebrija. “Quiero Lebrija como estaba”, nos dijo el portavoz del PP. Y hoy ya es un mal recuerdo la Cuesta Cataño llena de coches y donde las personas no podían pasar sin peligro con sus cochecitos de bebés o de minusválidos, o la calle Arcos con aparcamientos en doble fila. ¿O es que acaso prefieren que El Cortinal continúe con una gasolinera haciendo esquina con la Corredera? O quizás prefiere la Lebrija que conoció Azorín hace un siglo, la de los braceros o jornaleros que se juntaban en un punto con la esperanza de ganar un jornal para mantener a su familia, allí donde acudía el señorito y señalaba a capricho quien iba a trabajar y quién no. Decir que quieren a Lebrija como estaba es impropio de una formación política moderna. Y es que en el PP, desgraciadamente, hay muchas personas que tienen demasiados anclajes con el pasado.