Hace sesenta y seis años, en 1948, se creó en
Ginebra la Organización Mundial de la Salud, organismo autónomo de las ONU y
que tiene por finalidad la de gestionar políticas de prevención, promoción e
intervención en salud a nivel mundial. Coincidiendo con esa importante fecha
ayer lunes se conmemoró el Día Mundial de la Salud. Y la peor manera de
celebrarlo es, desde luego, sentado en el sofá, porque nosotros también podemos
intervenir en mejorar nuestra salud y, por consiguiente, nuestra esperanza de
vida. Y en ello debemos estar todos pues la salud no es algo que se pueda
cambiar por riqueza. Sabido es que el ejercicio físico disminuye la posibilidad
de tener patologías cardíacas y puede aumentar en quince años nuestra esperanza
de vida. También una alimentación saludable, equilibrada, con la ingesta de
frutas y verduras mejora nuestra calidad de vida. Cuidar la alimentación de
bebés, evitando niños y niñas obesos promociona su salud en el futuro. La salud
debiera ser nuestra prioridad en el ejercicio diario de nuestra vida. Pero
también la salud colectiva y disponer un buen sistema de salud debe ser
objetivo de los gobiernos que no son otra cosa que nuestros representantes
encargados de gestionar nuestros intereses y no los de unos pocos con intereses
bastardos. Una salud universal, igual para todos, hombres y mujeres,
trabajadores y parados debiera ser la primera actividad a cuidar de los
gobiernos, y la primera prioridad junto a la educación a vigilar por parte de
la oposición. Una buena gestión de los servicios sanitarios mejorará nuestra
calidad asistencial. Una buena gestión económica de los sistemas de salud
permitirá ahorrar para multiplicar sus servicios. Pero el ahorro no se puede aplicar discriminando a
ciudadanos por su lugar de origen, sexo, orientación… Hoy, el gobierno del
Partido Popular pone en riesgo nuestro sistema de salud con la privatización de
la gestión sanitaria, privatización que con el llamado Modelo Alcira está
poniendo en riesgo la propia supervivencia de determinados países africanos.
Afortunadamente los ciudadanos madrileños, con la llamada Marea Blanca, han
logrado detener al gobierno de Aguirre antes, e Ignacio González ahora, la
puesta en manos privadas de hospitales públicos. Hoy más que nunca hay que
estar atentos para defender nuestra universalización de la sanidad,
precisamente porque está en peligro, porque hay manos de inversores dispuestos
a sacar provecho de nuestro sistema de salud para ganar dinero. Porque su
modelo no es la sanidad pública igual para todos, y ya en Madrid negocian incluso
con la propia sangre que donan voluntariamente los ciudadanos. Por todo eso,
hoy más que nunca ante los peligros que nos acechan, mi más absoluto rechazo al
copago sanitaria, rechazo a la disminución de la cartera de servicios
sanitarios como la vacunaciones, transfusiones... Y es hoy más que nunca la sanidad
debe ser un derecho universal que debe alcanzar por igual a hombres y mujeres
en todos los lugares del mundo. Por eso esta conmemoración más que festiva, es
puramente reivindicativa, de defensa de derechos ciudadanos, porque, como dice
el lema de la marea blanca, la salud no se vende sino que se defiende.
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