martes, 8 de abril de 2014

Salud

Hace sesenta y seis años, en 1948, se creó en Ginebra la Organización Mundial de la Salud, organismo autónomo de las ONU y que tiene por finalidad la de gestionar políticas de prevención, promoción e intervención en salud a nivel mundial. Coincidiendo con esa importante fecha ayer lunes se conmemoró el Día Mundial de la Salud. Y la peor manera de celebrarlo es, desde luego, sentado en el sofá, porque nosotros también podemos intervenir en mejorar nuestra salud y, por consiguiente, nuestra esperanza de vida. Y en ello debemos estar todos pues la salud no es algo que se pueda cambiar por riqueza. Sabido es que el ejercicio físico disminuye la posibilidad de tener patologías cardíacas y puede aumentar en quince años nuestra esperanza de vida. También una alimentación saludable, equilibrada, con la ingesta de frutas y verduras mejora nuestra calidad de vida. Cuidar la alimentación de bebés, evitando niños y niñas obesos promociona su salud en el futuro. La salud debiera ser nuestra prioridad en el ejercicio diario de nuestra vida. Pero también la salud colectiva y disponer un buen sistema de salud debe ser objetivo de los gobiernos que no son otra cosa que nuestros representantes encargados de gestionar nuestros intereses y no los de unos pocos con intereses bastardos. Una salud universal, igual para todos, hombres y mujeres, trabajadores y parados debiera ser la primera actividad a cuidar de los gobiernos, y la primera prioridad junto a la educación a vigilar por parte de la oposición. Una buena gestión de los servicios sanitarios mejorará nuestra calidad asistencial. Una buena gestión económica de los sistemas de salud permitirá ahorrar para multiplicar sus servicios. Pero el ahorro  no se puede aplicar discriminando a ciudadanos por su lugar de origen, sexo, orientación… Hoy, el gobierno del Partido Popular pone en riesgo nuestro sistema de salud con la privatización de la gestión sanitaria, privatización que con el llamado Modelo Alcira está poniendo en riesgo la propia supervivencia de determinados países africanos. Afortunadamente los ciudadanos madrileños, con la llamada Marea Blanca, han logrado detener al gobierno de Aguirre antes, e Ignacio González ahora, la puesta en manos privadas de hospitales públicos. Hoy más que nunca hay que estar atentos para defender nuestra universalización de la sanidad, precisamente porque está en peligro, porque hay manos de inversores dispuestos a sacar provecho de nuestro sistema de salud para ganar dinero. Porque su modelo no es la sanidad pública igual para todos, y ya en Madrid negocian incluso con la propia sangre que donan voluntariamente los ciudadanos. Por todo eso, hoy más que nunca ante los peligros que nos acechan, mi más absoluto rechazo al copago sanitaria, rechazo a la disminución de la cartera de servicios sanitarios como la vacunaciones, transfusiones... Y es hoy más que nunca la sanidad debe ser un derecho universal que debe alcanzar por igual a hombres y mujeres en todos los lugares del mundo. Por eso esta conmemoración más que festiva, es puramente reivindicativa, de defensa de derechos ciudadanos, porque, como dice el lema de la marea blanca, la salud no se vende sino que se defiende.

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