Hay estudios que afirman que llegar a ser alcaldesa en España es muy difícil, y que estas dificultades aumentan conforme nos desplazamos hacia el sur. Yo quisiera que diéramos un paso en este sentido y que por primera vez en la historia de nuestra democracia demos la vara de mando a una mujer.
Muchos pasos se han dado ya para que las mujeres salgan del exclusivo ámbito de lo privado, de la familia, y se incorporen al trabajo, a la empresa, a lo público… avanzando en la igualdad. Pero el gran impulso vino dado por el reconocimiento a las mujeres del derecho al voto. Cuando las mujeres hemos podido acceder a definir los destinos de nuestros pueblos, comunidades, países, participando de la soberanía popular, eligiendo a nuestros representantes, es cuando mayores han sido los progresos en la igualdad de género. Pero ahora tenemos la oportunidad de dar un paso más, y es que las mujeres elijamos como nuestra representante a otra mujer. Si antes la alcaldesa era la mujer del alcalde, ahora una mujer puede llegar a ostentar la máxima representación de un pueblo. Efectivamente, quién va estar más capacitada para conocer nuestra situación, los obstáculos que encontramos en la contratación laboral, para conciliar la vida familiar y profesional, en los ascensos, que una mujer. Aquello que tanto se nos achacó a las mujeres para impedir nuestro acceso al espacio público, nuestro sentimentalismo y sensibilidad, ha resultado ser una ventaja en este ámbito, otorgándonos mayor capacidad de negociación, comprensión de los problemas y por tanto en la búsqueda de soluciones. Quién mejor para dirigir la casa de nuestro pueblo que quienes hemos dirigido nuestros hogares desde los comienzos de la historia.
Por eso apelo a todas vosotras, mujeres, para que con nuestro sentido de lo familiar, de lo comunitario y del servicio público, depositemos nuestros votos en las urnas el próximo domingo 27 de mayo y proclamemos como Alcaldesa a Mari Fernández.
Mª Dolores T. Romero
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