Los profesionales de la enseñanza están más que hartos de ver como sus esfuerzos por mejorar la calidad de la educación son tirados por tierra con análisis simplistas, que solo buscan titulares, sin un estudio serio de la realidad actual. Ni tan siquiera han leído en profundidad en muchos casos los distintos informes Pisas, dejando una imagen irreal de la escuela hoy y de los avances conseguidos en los últimos treinta años, que es mucho sobre todo si analizamos de donde venimos. Lamentable también el uso demmagógico que sobre la educación realizan desde el Partido Popular con el único fin de deshacer el camino andado y desmantelar la educación pública en beneficio de la iglesia y de empresas privadas. En este artículo, que reproduzco en su totalidad, Ignacio Escolar deja las cosas en su sitio poniendo los puntos sobre las íes. En definitiva, a pesar de los bastos intentos por desprestigiar la escuela pública en España, nuestro país es el tercero en el mundo después de Corea del Sur e Irlanda que más ha mejorado su nivel educativo en las últimas décadas.
Transcribo completo el artículo de Ignaico Escolar y dejo enlace al final del mismo.
"Hay un discurso demagógico que se ha instaurado como verdad
indiscutida: que la educación en España es de las peores del mundo, que
tanto PISA como la OCDE dejan a nuestra enseñanza fatal, que la culpa es
de las sucesivas reformas o de los inmigrantes, o de las autonomías, o
del bilingüismo, o de los funcionarios, que son unos vagos, que falta
autoridad… Sencillamente, todos estos populares tópicos no son verdad:
no es eso lo que dicen los informes internacionales, que pintan un
panorama bastante más optimista que esa negra caricatura que tanto ha
calado en la sociedad.

No se lo van a creer, pero lo que
realmente demuestran los informes de la OCDE es que somos el país del
mundo donde más ha mejorado el nivel educativo de la población durante
el último medio siglo, solo por detrás de Corea del Sur e Irlanda. A
veces se nos olvida, pero España viene de una dictadura y de un retraso
económico, social y cultural que no se arregla ni en una generación ni
en dos. Después de un avance espectacular en estas últimas décadas, los
alumnos españoles están hoy en la media de los países desarrollados, ni
mucho mejor ni mucho peor. Es un error interpretar los datos de PISA
como una clasificación deportiva. Hay tan poca distancia entre unos
países y otros que el orden casi carece de importancia: es como una
carrera ciclista que entra en meta agrupada y donde los alumnos
españoles no van a la cola, sino en el grueso del pelotón. Como explica
el sociólogo
José Saturnino Martínez, «si convirtiésemos las
puntuaciones de PISA en estatura, y la media de la OCDE fuese 1,80
metros, España tendría una altura de 12 milímetros menos». Es casi el
margen de error. Las distancias son tan cortas que «si Castilla y León y
La Rioja fueran un país, serían el cuarto europeo en PISA, solo por
detrás de Finlandia, Estonia y Holanda», asegura otro especialista en
educación, el sociólogo
Julio Carabaña.
Por mucho que se
empeñen los apocalípticos, la educación española no es un desastre,
aunque tenga algunas cosas donde mejorar. El auténtico punto negro del
modelo es el llamado fracaso escolar, pero no tiene nada que ver ni con
los docentes ni con su autoridad ni con las autonomías. España sale mal
clasificada porque medimos el abandono de los estudios con criterios
distintos del resto de la OCDE, porque la ley impide a los alumnos sin
título de la ESO seguir cursando estudios -algo que no sucede en casi
ningún otro país- y porque en esto también se notó la burbuja
inmobiliaria, que empujó fuera de clase a muchos jóvenes que ganaban en
el ladrillo mucho más que el profesor. La gran lección de PISA es otra:
la relación tan cercana que hay entre desigualdad económica y educación.
De poco sirve mejorar la escuela si hay familias que no se pueden
permitir ni el
tupperware." Ignacio Escolar.
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