lunes, 10 de febrero de 2014

Paradojas

Paradojas te da la vida, la vida te da paradojas. Hechos que vemos que ocurren, que pasan ante nuestros ojos y por los que ya no nos pellizcamos porque no nos sorprenden. Sucesos que tienen distintas consecuencias según el sujeto que los realiza. El Rey lo dijo claro en uno de sus discursos navideños, “la justicia es igual para todos”. Pero a la postre los ciudadanos de a pié constatamos que ello no más que un deseo a una realidad. Y en estos días estamos asistiendo a un espectáculo con ocasión de la llamada a declarar a la infanta Cristina por su imputación en el caso Nóos. La infanta no sabía nada, lo desconocía absolutamente todo, ignoraba lo que firmaba, lo que hacía su marido, incluso desconocía que pagaba muchos de sus gastos familiares y personales con dinero defraudado al erario público. Pobre ignorancia. Sin embargo los abuelos que habían invertido todos los ahorros de su vida en preferentes y que en la mayoría de los casos carecían de estudios, debían ser expertos financieros que sabían lo que firmaban y donde metían su dinero. Claro, que la diferencia está en que a la infanta le guiaba el amor hacia su marido, nada que ver con que trabajara en una entidad financiera como La Caixa. Las declaraciones de la infanta han hecho mucho daño a la mujer española de hoy a la que devuelve a la pata quebrada, pero todo sea por salvar a tan ilustre personaje, séptima en la línea sucesoria al trono de España. Paradojas de la vida, trato desigual. Los abuelos estafados por las preferentes no debían tener amor a sus hijos y nietos para los que iban destinados en la mayoría de los casos el fruto de los ahorros del trabajo durante toda  su vida. Paradojas. Triste, muy triste. A la infanta le ha ocurrido un poco como a la ministra Mato de Sanidad, otra paradoja, que nunca vio en su cochera el jaguar que le regalaron a su marido, alcalde popular de Boadilla del Monte, tampoco supo que viajes de placer y fiestas de sus hijos fueron pagados por la trama corrupta Gürtell. Y es que el amor provoca ceguera. Pero Rajoy sabe, conoce que a la princesa le irá bien, porque a las princesas siempre les va bien y siempre encuentran a su príncipe al final del cuento aunque a la postre le provoque ceguera. Paradojas ya en pleno siglo XXI.

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