martes, 24 de junio de 2008

Terminó y... todo quedó igual

Se acabó el congreso del PP. Y es que parecía que en España no existía otro tema. Se han llevado varios meses dejando a España de lado. Sí, la España que según ellos está en peligro porque no les votan, la España que se rompe y junto con ella, la familia que tanto dicen defender aunque después se olvide de aplicar la ley de la dependencia en las comunidades donde gobierna. El caso es que la han tenido abandonada porque han estado mirándose profundamente el ombligo. Se han llevado unos meses con… que si tú”, “que si yo”. Y es que todo ha sido “un quítate tú para ponerme yo”. Y mientras tanto, España abandonada. Pero todo ha terminado de forma excelente. El PP, por fin, se ha renovado. Sí, se ha renovado. Rajoy se ha sucedido a sí mismo. Y Rajoy nos ha dado a él mismo como medicina para los grandes problemas. Rajoy ha sido la alternativa a Rajoy. Renovación. Y es que no hay porqué avergonzarse de nada, absolutamente de nada. Eso les ha dicho Aznar. “No tenemos que avergonzarnos de nada, de nada”. Y Rajoy añadió enseguida “no cambiaremos ni una coma de nuestros principios”. La verdad es que no nos aclaró a qué principios se refería. Si a los “principios generales del movimiento” de donde proceden u a otros. Y es que más claro y más alto no lo ha podido decir. “Vamos a hacer las mismas cosas, pero vamos a hacerlas mejor”. Renovación. ¿Cuáles son esas mismas cosas que quieren hacer y que son fieles a sus principios?

Lo cierto es que el cambio propuesto y resuelto con Rajoy al frente nace viciado, es de todos los posibles, el menos creíble. Y es que Rajoy ha sido el protagonista durante cuatro años de la oposición más extrema y más irresponsable que se ha dado durante muchos años en la historia de nuestro país. Y viene ahora a ofrecernos las mismas cosas pero con más eficacia. Y es que si recordamos estos cuatro años, miedo nos da. Empezó sus cuatro años de “todo vale” mintiéndonos sobre los autores de una terrible matanza terrorista. No tuvieron la menor vergüenza para intentar engañarnos porque pensaban que eso le podía beneficiar en votos. Continuó con la utilización más irresponsable de la política antiterrorista pues era duro para el PP que hubiera una posibilidad para la paz y no fueran ellos los protagonistas. Y utilizó a las víctimas del terrorismo, demostrando con ello que les importaban un bledo. Y se manifestó junto con los obispos y cardenales porque la familia estaba en peligro. Y demostraron con ello la coherencia con sus grandes principios, los del Movimiento, claro. Esos que establecían en su apartado segundo el acatamiento a la ley de Dios del Estado y que establece que la católica “es la única fe verdadera inseparable de la conciencia nacional y que inspirará su legislación”. Lo dicho, con el PP la vuelta al siglo XIX y a la Inquisición, la censura y la hoguera.
Y siguieron enfrentando a españoles con españoles. Y se manifestaron sin avergonzarse de que con ellos iba de la mano la ultraderecha. Pero no importa, ellos tienen que estar en el centro y “no en una esquina”, aunque Aznar le contradice con que “el PP ya está en el centro”. Lo cierto es que todo ha acabado, o se ha dejado para más tarde. De momento han guardado los cuchillos y pinturas de guerra que ya tendrán tiempo para usarlos. Pero es difícil que Rajoy llegue dentro de cuatro años a ser candidato con esos enormes principios que guardan.

Y ahora volverán a lo mismo pero "mejor hecho". Y seguramente les oiremos que “ante la crisis hay que tomar medidas”, por lo menos las que a ellos les gustan. Es decir, “flexibilidad en el empleo”, que es lo mismo que despido libre. O bajada de impuestos, para los más ricos claro está. Esos promotores que se han hecho inmensamente ricos con el boom inmobiliarios "no pueden dejar de ganar dinero". La crisis que la paguen los trabajadores. Y si no, tiempo al tiempo. En nuestra mano está el evitarlo.