lunes, 27 de junio de 2011

El FMI y sus recomendaciones

Es raro el día en que no aparezca en la prensa diaria las tres letras que componen la sigla del Fondo Monetario Internacional (F.M.I). Vivimos prácticamente el período más convulso de la economía mundial en este siglo, el que más se asemeja a la gran depresión de los años treinta, la misma que provocó que en 1949 se creara este organismo. El F.M.I. se fundó para evitar las crisis que provocaban las devaluaciones de las monedas que realizaban los distintos países, la mayoría de las veces con carácter especulativo. Entre sus fines se marcó asegurar la estabilidad del sistema monetario internacional y que, desde dicho organismo, se considera como esencial para fomentar un crecimiento económico sostenible, mejorar los niveles de vida de la población en general y reducir la pobreza en el mundo entero, pero hoy los ricos son más ricos y los pobres lo son más. Lo cierto es que tras 56 años de vida, el FMI no ha alcanzado sus objetivos y vivimos una gran situación de incertidumbre sobre el futuro, desgraciadamente en un momento en que ya se habla de una generación perdida, precisamente de la juventud más preparada y formada que se ha tenido nunca. Muchos ciudadanos hoy tenemos la horrible sensación de dejar a nuestros hijos un mundo peor del que recibimos.

Lo cierto es que el F.M.I. no ha cumplido con su misión y no supo ver la grave crisis financiera que se avecinaba y que en España se agravó con la especulación del ladrillo. Sin embargo este organismo se encuentra en este momento en una profunda crisis de credibilidad y orgánica al mismo tiempo. En estos días se elige al encargado de dirigir a dicho organismo y del que forman parte 176 países. Tras la encarcelación en Estados Unidos del anterior Director del F.M.I., el francés Dominique Strauss por intento de abuso de una camarera de un hotel, todo parece indicar que la francesa Christine Lagarde será la sucesora y que ya ha anunciado mano dura para con Europa. La crisis de credibilidad del F.M.I. se agrava ante la situación que se está viviendo en numerosos países, y cuyas fórmulas del Fondo Monetario se dirigen a la supresión de derechos adquiridos por los ciudadanos, sobre todos en Europa que ataca al centro mismo del estado de bienestar. 

Es triste y paradójico que quien no supo anticipar la crisis, sus recomendaciones finalmente beneficien a los que la han provocado y no a los que la sufren. Y cada día aparecen nuevas recetas del FMI y para España se vuelve a pedir profundas reformas entre las que destacan la reducción de las compensaciones a los trabajadores por despido laboral, o que los salarios de trabajadores no estén ligados a la inflación, a lo que el gobierno socialista ya les ha dicho que "nones". Y cuando se habla de contención del gasto público o de reducción del déficit, cada uno lo entiende a su manera según sus intereses. Y así en Madrid, Gallardón cuenta con numerosos asesores con salarios superiores a los quince millones de las antiguas pesetas. Bastantes alcaldes, la mayoría del PP, se han subido en estos días de forma indecente su propio sueldo como el de un alcalde de Valladolid, Peñafiel, que se lo ha incrementado en un 100 %. Mientras tanto se reducen servicios públicos y otros, en los sitios donde gobierna el PP, van pasando de manos públicas a privadas, algunos de ellos esenciales, como la sanidad y la educación. La noticia que más me ha estremecido en las últimas horas es la intención de la Generalitat, con el apoyo del PP, de poner a la venta ocho hospitales públicos. Y lo hacen con el descaro más absoluto como si fueran de su propiedad. Lo cierto es que la lucha continúa, los mercados por encima de la política, o la política por encima de los mercados. Y cuando se llega a un acuerdo entre sindicatos y empresarios en el sentido de una reforma laboral, este se rompe un cuarto de hora antes de su firma porque los sectores más radicales del empresariado, guiados por el PP, aconsejan no finalizar un acuerdo de consenso porque las expectativas electorales del PP le permitirán obtener mayores beneficios. Y esa lucha, mercado o políticas, será sin duda la estrella de las próximas elecciones. Y mientras tanto Rajoy sigue en silencio sobre las medidas que aplicaría en caso de que el PP gane las elecciones y gobierne.

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