lunes, 7 de octubre de 2013

Hoy he visitado el colegio

Sí, hoy he visitado el colegio. Temprano, como he hecho una mañana más de los muchos días y muchos años en que el Nebrixa me acogió. Si siempre fue un centro de puertas abiertas, no se me iban a cerrar por parte de lo qu alimentó mi mente y mi espíritu durante los últimos treinta años de mi vida. Tan sólo unos meses le quedan de vida a este viejo edificio que aún late con la fuerza interior que le dan los niños y las niñas que corretean por sus patios. Qué contraste se observa entre su vieja y hermosa planta y la vitalidad de los que lo habitan entre sus aulas. Muros viejos, pizarras digitales, tizas, ordenadores, lápices, teclados, libros con aroma al paso de la historia diaria, internet..., lo viejo y lo nuevo en franca armonía. Pronto sus muros serán tan sólo un mero recuerdo fijados para la posteridad en multitud de fotografías y vídeos, pero un vivo y presente recuerdo en todos aquellos que casi aprendieron a caminar entre sus pasillos y conocieron sus primeras letras, allí miraron al otro como parte de uno mismo y y vivieron el significado de conceptos, tan malgastados en el mundo actual, como los de colaboración y solidaridad. Todos estos pensamientos me vienen cuando franqueo el cancelín a la  entrada y a la salida de nuestro querido Nebrixa. 

Tras una breve entrevista con la nueva y joven directora, no pudimos evitar la tentación de subir a una de las plantas superiores  para contemplar un instante las obras del nuevo edificio y que surgen de la tierra con fuerza y rapidez en franco desafío al viejo pero sabio Nebrixa. Una fuerte y potente empresa de Sevilla capital, y que ha logrado subsistir a la crisis, es la encargada de que este parto llegue a buen a buen término para darnos el nuevo Nebrixa. Asomarse a la ventana desde el aula es entrar a un mundo nuevo, obreros perfectamente equipados e identificados, máquinas que sacan la tierra cargada de historia para llenar enormes camiones que entran y salen. Ya se observa incipiente lo que va a ser la planta del edificio de infantil cuya grúa descarga la ferralla y que pronto será hormigonada. Seguridad, seguridad por encima de todo es lo que ha primado a la hora de hacerse esta obra, lo viejo aislado plenamente de la nueva construcción y todo con arreglo a la normativa vigente en materia de seguridad. Nuevos accesos al centro se han realizado en pocos días, incluso el profesorado recibe antes de las nueve a su alumnado. Todos aguantando unas molestias, las mismas que sufrimos cuando hacemos obra en nuestra casa, pero siempre con la ilusión de dar a nuestros niños y niñas un edificio nuevo y acorde al mundo en que vivimos. La alegría corre por los patios del viejo Nebrixa porque hay motivos para ello. 





1 comentario:

Unknown dijo...

Con tu permiso, comparto las fotografías :)