Pasó el 24 de octubre, el día en que la marea verde
por la educación pública inundó las calles de ciudades y pueblos de España.
Lebrija, cómo no, también fue protagonista en su defensa de un sistema público
de enseñanza y que debe seguir siendo la base para la igualdad de
oportunidades. Pero para el gobierno de Rajoy la tercera huelga de educación no
ha existido. Pero se equivoca, como siempre que habla de números con los que
pretende cambiar la verdad, pues en los medios de información nacionales y
también internacionales esta movilización de la comunidad educativa ha
constituido la primera plana de las noticias. Los estudiantes han dado todo un
ejemplo, junto a sus familias, de una lucha por hacer más país en contra de una
ley que es un puro despropósito desde el principio de su articulado. Un rechazo
claro y manifiesto de una ley que excluye de la educación a personas con
discapacidad intelectual, personas a las que por otra parte les quita la ley de
la dependencia. Con esta ley se quiere volver al colegio de educación especial,
amontonando discapacitados intelectuales cuando la Convención de la ONU sobre
discapacidad, a la que España está adherida, señala muy claramente que se debe
asegurar una educación inclusiva para todas estas personas en centros de la red
de colegios e institutos con los apoyos adecuados. Y es que las familias han
dejado claro que no quieren una ley que segregue a los estudiantes para
dejarlos al pairo de un mercado laboral cada vez injusto. Toda la Comunidad
educativa se ha mostrado contraria a una LOMCE que se constituye en una carrera
de obstáculos para las personas con más dificultades, en la propia genética del
educador está el ir en contra de una ley segregadora con itinerario excluyentes
y que vuelve a la reválida en la ESO y el bachiller y también en primaria, cosa
que posibilitará no estudiar para mejorar competencias sino para poder aprobar
un examen. En las manifestaciones llevadas a cabo por toda España han pedido la
dimisión de Wert y la retirada de la LOMCE, una ley que no cuenta con otro
apoyo que el del partido popular. Y para olvidarnos de todos los problemas que
nos acucian día a día, Rajoy vuelve a utilizar el terrorismo como arma política
apoyando una manifestación de la asociación de víctimas pidiendo la asistencia
de sus militantes, victimas asesinadas salvajemente y enterradas con todos los
honores mientras olvida a las víctimas que por miles se encuentran en cunetas y
caminos, o se olvidan de los miles de jubilados, los llamados preferentistas, a
los que les han estafado, por llamarlo de alguna forma, sus ahorros
provenientes del trabajo de toda una vida y que tenían destinados para pasar
una mejor vejez o para apoyar a algún hijo con dificultades. Pero no, ahí el PP
no sale a la calle, ni apoya sus movilizaciones. Yo los animo a que si quieren
salir a la calle lo hagan también para ayudar a las victimas vivas de las
preferentes o a las familias, muchas de ellas con hijos menores o ancianos, desahuciadas de sus viviendas.
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