martes, 2 de diciembre de 2008

El capitán, el último en abandonar el barco

Me viene a la mente las imágenes de la película TITANIC en la que el grandioso trasatlántico se hundía irremediablemente tras chocar durante la noche con un iceberg. Los pasajeros llenaban los botes salvavidas ayudados por la tripulación del barco. No había sitio para todos. La gran mayoría de los tripulantes del Titanic fallecieron, junto con su capitán, en el hundimiento porque no quedaban más botes y no dio tiempo a que llegara otra nave que pudiese rescatarlos. El capitán siempre es el último en abandonar el barco. La vida real está llena de ejemplos, de héroes, de grupos humanos en situación de peligro donde el último en ponerse a salvo es el que dirige el grupo. Y es que aparte de ser lo más honorable, no debe ser de otra manera. O ¿alguien se puede imaginar a un grupo de adolescentes con su profesor en situación de grave riesgo donde es éste el primero en ponerse a salvo dejando solo ante el peligro a todo su alumnado?

En este mundo “tan seguro” al que nos han llevado los del trío de las Azores, Aznar, Bush y Blair, se ha vuelto a producir otra jornada trágica de atentados. Esta vez ha sido en Bombay, capital financiera de la India. Hasta allí se había dirigido una delegación de la Comunidad de Madrid presidida por Esperanza Aguirre, presidenta del PP en Madrid, y que estaba formada por empresarios y diputados. Cuatro días pensaban estar cuando ocurrieron los hechos. Lo cierto es que les pilló de lleno en uno de los hoteles de Bombay. Es precisamente en estos momentos difíciles donde se ve la madera que lleva cada uno dentro. Y “la patriota” de Dª Esperanza se aplicó la máxima de “sálvese quien pueda”, y se marchó corriendo sin importarles los que quedaban. Pero hizo aún más. Cogió un avión y se volvió rápidamente para España. Los demás quedaron allí. Dejó Bombay y se vino sin su equipo. Porque ella salió corriendo sola, sin los que le acompañaban cuando debiera haberse quedado hasta que saliera el último. Y no sé como, pero tuvo los medios necesarios para salir del país mientras otros todavía estaban perdidos en los aeropuertos o escondidos por los rincones de los hoteles. Probablemente porque quizás entienda que su vida vale más que la del resto de los mortales. ¿Tanto pánico le entró que no fue capaz de controlarse y esperar desde el consulado a que acabara todo y que cada uno de los miembros de su delegación estuvieran a salvo?

Lo cierto es que dejó tirado a todos. Y en Madrid, además, montó su show particular pretendiendo quedar como una heroína. Después, para salvar el expediente acudió con todo el cinismo al aeropuerto para recibir a los miembros de su delegación. En ese momento que pude contemplar a través de la pequeña pantalla sentí vergüenza ajena. Y la que debería haberse quedado allí en Bombay y no salir huyendo la primera, se abrazó a todos y todas al pie de la escalerilla del avión. Lo cierto es que quien se nos ha querido vender como heroína, debería pedir disculpas a todos los miembros de su delegación a los que dejó tirados sin preocuparse de si habían sido secuestrados, asesinados o se encontraban bien.

Pensar primero en sí misma y después en los demás miembros no es propio de ningún líder ni de ningún capitán de nada. Y quien hoy preside la comunidad Autónoma de Madrid, Dª Esperanza Aguirre, dedicada a desmantelar con saña el estado de bienestar en Madrid, privatizando y eliminando servicios a los hospitales o dejando la escuela pública en manos privadas, ha vuelto a tener otro comportamiento deshonroso, impropio del puesto que ocupa. Allí en Bombay había otras delegaciones cuyas cabezas dieron otro ejemplo al suyo.