martes, 3 de mayo de 2011

Revuelto

Hace más de un mes que ocurrió la gran tragedia de Japón, el terremoto seguido del gran tsunami que asoló y destruyó pueblos enteros, a lo que se unió la central nuclear de  Fukushima que está teniendo graves consecuencias no sólo sobre Japón, sino también sobre su entorno y la vida en los océanos. Fukushima y Chernobil ha prevenido a la ciudadanía sobre los peligros de las centrales nucleares que no son ni limpias ni baratas, y sí muy peligrosas por los siglos de los siglos. Lo cierto es que el tema no se ha solucionado, todavía sigue  Fukushima soltando su carga mortífera y parece que seguirá haciéndolo durante meses. Y sin embargo el tema ha desaparecido de las noticias diarias de los distintos medios de comunicación, como si fuéramos unos niños que tapándonos los ojos ante la realidad, eludiéramos el peligro. Y a la asociación ecologista  Greenpeace no la dejan acercarse a unos kilómetros de la costa para medir los niveles de radioactividad, quizás basándose en aquello de  “ojos que no ven, corazón que no siente”. O quizás que las nucleares son muy poderosas y poseen la varita mágica, no para solucionar problemas pero sí para hacerlos desaparecer de la primera plana nacional e internacional. Y puede que piensen que si no se habla durante un tiempo del tema, nos volvamos a olvidar de lo peligrosas que son las nucleares y vuelvan a seguir planteando nuevas construcciones. 

Lo cierto es que estamos en un mundo revuelto metamos por donde metamos el cuchillo para ver la tajada. Y así nos acabamos casi de desayunar con el atentado terrorista en la ciudad más turística de Marruecos, Marrakech. Atentado más que extraño, con cerca de dos docenas de víctimas mortales, y que perjudica gravemente a las aspiraciones de un pueblo que cada día pide más democracia. Esperemos que no salgan los Acebes, Arenas y Aznar de turno inventándose los autores que más benefician a su situación política. Grave error cometería el gobierno marroquí utilizando el atentado para paralizar las manifestaciones y aspiraciones democráticas de su pueblo. Con ello no haría más que sembrar la duda sobre la finalidad real del atentado. Mientras tanto vemos como las llamadas “revueltas árabes” se extienden como un reguero de pólvora. Y mientras unos pueblos como los tunecinos y egipcios logran expulsar a los dictadores de turno, otros como los libios y sirios ven como sus gobernantes no les importan masacrar a sus propios ciudadanos con tal de mantenerse en el poder. Grave situación la creada en unas zonas y en un momento donde, desgraciadamente aún, la dependencia actual sobre el  petróleo es vital para el funcionamiento diario de nuestras economías. Y cuando la comunidad internacional, a través de la ONU, sale en defensa de esos pueblos, se alzan voces como si esto fuera la misma situación que crearon el “trío de las Azores” sobre Irak. Y es que a veces la memoria en nuestro país parece corta. ¡Cuánto sufrimiento se hubiera evitado a los españoles si la comunidad internacional, hace 75 años,  hubiera salido en defensa de la legalidad y en contra del fascismo! ¿Acaso hubieran desechado la ayuda internacional para indicar que es un asunto interno del país? El caso es que aquí solo intervinieron los gobiernos alemanes e italianos en apoyo de la dictadura. 

Pero no importa, todo da igual, ante tanto problema que padece hoy el mundo y donde los creadores de la crisis no están en cárcel alguna, tenemos distracción a elegir. Para todo tipo de gustos. Y ahí está la boda real, y nunca mejor dicho lo de real porque por mucho que te pellizques es cierto y que ha ocurrido, se ha retransmitido para todo el mundo y millones de personas han estado pendiente a todos los detalles, el vestido de la novia, el beso, los invitados,… todos jugando a estar en un cuento de hadas. O los Real Madrid – Barcelona, que nunca ha habido tantos. Y ahí están los Mouriño, Guardiola, Messi, Cristiano, Pepe o Dani Alves que también nos han mantenido ante la pequeña pantalla. Y ya para hacer la cuadratura del círculo algunos dispondrán el 1 de mayo de la beatificación del último Papa, Juan Pablo II, y que es necesaria para hacerlo santo. Y es que nunca se ha beatificado a una persona en tan corto espacio de tiempo, pero en fin, cosa de la iglesia es, que habrá encontrado sus méritos para ello. Aunque yo tan sólo sé que apartó de sí a franciscanos, dominicos y jesuitas para rodearse de la cohorte de legionarios de cristo, kikos y numerarios del Opus Dei. Y a su beatificación asistirá Mugabe, Presidente de Zimbabue, que tiene prohibido pisar suelo europeo por su violación sistemática de los derechos humanos. Lo dicho, circo para todos.

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