martes, 29 de noviembre de 2011

La linea roja

La sociedad española basa su cohesión en los derechos y seguridades básicas logradas a base de años esfuerzos y que protegen a todos los españoles y españolas. Es cierto que el mundo vive una crisis sin precedentes desde 1929, una crisis que obliga a todos a realizar esfuerzos, pero que sin duda alguna es una crisis que no han generado los trabajadores sino los especuladores en busca de un dinero fácil. Es por ello que el peso de la misma debe caer principalmente sobre aquellos que se han enriquecido a costa de llevarnos a la situación que vivimos hoy. Bajo ningún concepto la crisis nos debe suponer una pérdida de derechos y de esas seguridades básicas que conforman el estado de bienestar. Si el nuevo gobierno de Rajoy pretende recortar a las familias en todo lo referente a sanidad, educación, dependencia, pensiones, negociación colectiva, desempleo… estará con ello traspasando la línea roja que no se debe cruzar y que traerá consigo la pérdida de la paz social con un periodo turbulento de consecuencias imprevisibles. Los servicios públicos universales, la igualdad entre hombre y mujeres, nuestras libertades y derechos cívicos no son moneda de cambio para la solución de la crisis. El gobierno de Rajoy debe mirar hacia aquellos que la han provocado, a aquellos que han llevado su dinero a paraísos fiscales, a aquellos usan los billetes negros de 500 euros, debe hacer florecer la economía sumergida y poner coto a la corrupción dejando de poner trabas a los jueces para su investigación. Y si para ello hay que aumentar los fiscales anticorrupción, tendrá que hacerlo y no seguir el ejemplo de Aznar que comenzó su legislatura eliminando una figura fundamental contra el fraude, ni seguir el ejemplo de Cospedal en Castilla La Mancha que ha eliminado de un plumazo la figura del Defensor del Pueblo y que tan necesario es para garantizar los derechos ciudadanos ante la administración.

Estamos en una situación delicada en que comunidades gobernadas por el PP le están señalando el camino a Rajoy. Galicia y Murcia han sido las pioneras que han traspasado esa línea roja que separa la justicia de la indecencia, el estado de bienestar de la desprotección e inseguridad de nuestros ciudadanos y trabajadores. Ha ocurrido y hay que denunciarlo, pues esa puede ser la señal de salida para el resto de comunidades gobernadas por el PP y que también ocurriría en Andalucía si en nuestra tierra ganara las elecciones Javier Arenas. Lo cierto es que Galicia y Murcia han dejado sin cobertura sanitaria a los parados de larga duración, a los que se les ha acabado el desempleo y que en definitiva son los que más protección necesitan, y los han dejado sin médico, sin hospitales, sin urgencias,… Y lo han hecho y lo están llevando a cabo sin aviso previo ni comunicado alguno, a traición, por la espalda. Se están enterando a medida que caen enfermos y piden cita médica o que acuden a la farmacia para a través de la receta electrónica recoger sus medicamentos por ser enfermos crónicos. Eso está pasando y eso puede ocurrir en Andalucía si el campeón de la mentira y del insulto, Arenas, gana la Junta de Andalucía. Al pedir la consulta para su médico de cabecera o al ir a recoger sus medicamentos, están descubriendo que su tarjeta sanitaria ha sido bloqueadas, que se han convertido en un trozo de plástico inservible, y ven asombrados que no tienen médico de cabecera y tienen que abonar sus medicinas porque han sido dado de baja en el sistema. Y si necesitan ir al servicio de urgencias de algún hospital se encuentran con que tienen que firmar “un compromiso de pago” antes de ser atendidos. Ese es el camino de recortes que nos está trayendo el PP, están bloqueando derechos que no se pueden hacer ni siquiera temporalmente. La Ley General de Salud Pública, aprobada por el gobierno socialista de Felipe González, garantiza la asistencia sanitaria a los parados aunque se les haya agotado la prestación por desempleo porque es de justicia. El camino del PP nos lleva a los años de la beneficencia, de una sanidad de segunda, de la caridad y no de la justicia. En mano de los españoles está que esto siga pasando.

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