Seis días quedan para las elecciones. El PP, aunque pretende lo contrario, nos sigue mostrando su auténtica cara, la de una derecha arcaica y rancia. Por un lado Aznar declara públicamente que el PSOE negocia en la actualidad con ETA, la misma banda terrorista que acaba de poner una bomba en la puerta de una sede socialista. Y por otro, sus candidatos siguen insultando a los andaluces porque les molesta que éstos no les voten. Así la candidata número tres de Madrid dice que los niños andaluces son analfabetos, y lo dice desde una comunidad gobernada por el PP donde se está abandonando la escuela pública en favor de la privada. Y cuando los ciudadanos reclaman una escuela o instituto en un barrio donde no lo hay, lo que hacen es darle el suelo a empresas privadas de la educación o incluso pretenden transformar centros públicos en concertados privados. Prácticamente lo mismo hacen con la sanidad.
La semana pasada manifesté en mi columna que el PP está centrando sus fuerzas en que los ciudadanos no voten, que pretenden recuperar el poder gracias a la abstención ciudadana. Lo que ya intuíamos por sus formas, se ha confirmado este fin de semana. Así Gabriel Elorriaga, Secretario de Comunicación del PP, ha declarado al prestigioso diario británico “FINANCIAL TIMES” que toda la estrategia del PP “está centrada en desalentar a los votantes socialistas”, “que quizás se queden en casa si logran sembrar suficientes dudas sobre la economía, la inmigración y las cuestiones nacionalistas”. Y es que están dispuestos a todo con tal de que el día 9 haya una gran abstención. Pero no son los únicos que promocionan que los ciudadanos no voten, también la banda terrorista ETA está pidiendo el boicot a las elecciones generales del domingo.
El PP debe perder las elecciones. A España le interesa que el PP pierda las elecciones, porque no queremos este tipo de derecha que no sabe perder. Y mientras no pierdan una y otra vez hasta que acepten las derrotas, no serán demócratas. España necesita otra derecha más moderna que la que representa el PP, una derecha que crea en la ciudadanía y en sus derechos. Y para que esta derecha se regenere algún día, tiene que aprender a perder y a aceptar la derrota. Una derecha que respete a quien no le vota y que, por lo tanto, deje de insultar a los andaluces. De momento algunos, como Gallardón o Esperanza Aguirre, ya se huelen vientos de cambio en el PP para después de las elecciones y están tratando de ponerse en la mejores posiciones de salida para sustituir a Rajoy a partir del día diez de marzo.
En el PP están desesperados porque sus previsiones electorales no son buenas y recurren a todo, sea lo que sea. Y así hemos visto en estos días como su candidato canario no le ha importado hacer política con algún caso de niños desaparecidos en las islas Canarias. Quien hace este uso irresponsable de la política, no merece gobernar. El día 9 no podemos permitirnos quedarnos en casa y no votar porque nos jugamos avanzar o retroceder. Es necesario consolidar y profundizar el gran cambio realizado, pues si ganan pueden eliminar de un plumazo todas las leyes o progresos que hemos alcanzado.
Dicen que Rajoy es un moderado, que está prisionero de los Aznar, Acebes, Zaplana, Aguirre... Pero yo creo que es como ellos. Uno de los datos más esclarecedores sobre este tema es que cuando Rajoy entró en política con veintidós años ya existía la UCD. Pero él no se afilió al partido de Suárez que realmente era de centro y representaba a una derecha moderada. Rajoy prefirió afiliarse a Alianza Popular (A.P) que años más tarde cambió su nombre por el PP actual. Todos recordamos como AP fue fundado por siete ex-ministros de Franco con Fraga al frente. Rajoy pudo afiliarse a la extinta UCD pero prefirió hacerlo a los herederos del franquismo.