Acaba de dar comienzo el verano meteorológico que nos ha adelantado una muestra de lo que puede resultar en lo que a calores se refiere. Y es que llevamos unos días de altísimas temperaturas que hacen sofocante e imposible la estancia en la calle, también ha sido digno de observar como salían nuestros niños y niñas de las aulas de sus colegios. En algunos casos más parecía que venían de una zona de baños públicos que de una escuela. Esta época invita al descanso y a la reflexión para iniciar con renovadas energías el nuevo curso político, también escolar. Yo por mi parte he tenido la curiosidad de comprobar cuántos artículos llevo escrito. Y van con éste 197 columnas de opinión, más de cuatro años asomándome con El Periódico de Lebrija a vuestras casas. 148 de la sección “Por la boca muere el Pez”. Son muchas las muestras de apoyo las que he recibido y que me animan a continuar con esta columna semanal. Algunos vecinos me suelen parar por la calle o en comercios y me piden que escriba sobre determinados temas o me denuncian situaciones injustas para comentar sobre ellas. También he tenido algunos detractores, a los que no gustaban mis artículos de opinión. Para todos ellos mi más absoluto de los respetos. Y es que la democracia tiene su base en las libertades de opinión y expresión, pero también en el respeto a los derechos individuales que nos corresponde como personas. Este derecho individual lo he defendido contra todas las muestras de intolerancia que hoy se dan en nuestra sociedad, la de aquellos que no creen en el “vive y deja vivir”. Y a los intolerantes hay que descubrirlos y desenmascararlos. Por criticar se me ha dado el caso de que se me critique simplemente por dedicar mi tiempo libre a escribir. Y ha sido dicho en el interior de las paredes que rodean mi centro de trabajo. Mi respuesta no puede ser más clara, mi tiempo libre, mis fines de semana, mis horas de ocio, mis horas de la noche o fuera de mi horario laboral las dedico a lo que me da la gana. Miedo me da de este tipo de sujetos intolerantes con algo de poder en sus manos. Y es que la historia está lleno de tragedias causadas por los intolerantes, por aquellos que nada más que tienen derechos para ellos mismos, y a los demás que…
En nuestra sociedad se da demasiada intolerancia y demasiada falta de respeto a los derechos individuales que se ponen por debajo de otros valores como el dinero. Acaba de terminar las elecciones europeas y vemos como en Italia hay quien vota a un sujeto como Berlusconi, y lo hacen conociendo todo lo que le rodea, propietario de las principales empresas de comunicación del país, que cambia las leyes para que los jueces no puedan juzgarlo, que promulga leyes que lesionan la libertad de expresión, que manifiesta poco respeto por Europa pretendiendo nombrar como candidatos a personajes famosos de “gran hermano” o bailarinas, que como ministras designa a personajes que no tienen pudor en saludar con el fascista brazo en alto, que se rodea de lo que todos hemos visto en fotografías publicadas en España porque él impide que se pueda hacer en Italia y, todo eso con el silencio de la iglesia, y que está llenando las calles de voluntarios que patrullan en defensa de no sé qué valores. Es muy preocupante todo ello, y para todos nosotros debe están más latente el conocido poema del dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht.
También en España hemos visto a Rajoy decir en un mitin que “el bautizo civil es un ridículo interplanetario”. No entiendo como Rajoy se mete en un mitin con una ciudadana censurándola en público. No entiendo por qué a Rajoy le molesta lo que la gente haga en su vida privada. ¿Es que nadie puede celebrar el nacimiento de un hijo si no lo bautiza? Siempre que se ha botado un barco se le ha llamado bautizo. Cuando alguien se inicia en algo, se le suele llamar bautizo de fuego. Todos hemos visto en la tele como se bautizan aquellos que hacen el camino del Rocío por primera vez, y con la colaboración añadida del cura. Bautizo es una palabra popular que Rajoy ahora niega para aquel que pretende celebrar el nacimiento de su hijo de forma privada. Y es que Rajoy despide intolerancia por los cuatro costados. Y en lugar de arrimar el hombro para mejorar España, se dedica a ofender por ofender.