He escuchado el análisis realizado por el partido popular sobre el resultado de las
elecciones celebradas este domingo 25 de mayo. Ciertamente me he quedado
bastante sorprendido ante el doble lenguaje utilizado. Por un lado la
comparecencia de Cospedal y Cañete en un tono bastante triunfalista, muy
satisfechos porque “han ganado las elecciones”, aunque su cara, sin duda el
espejo del alma, les delataba por ser más propia de funeral que de celebración,
y como siempre sin admitir preguntas. De hecho no celebraron nada y desmontaron
escenarios y actos previstos. Desgraciadamente Cospedal y Cañete hoy parecen
más un dúo humorístico que dos representantes de un partido que gobierna el
país. Y por otra parte, Pons, candidato número dos del PP, ya con la frialdad
que supone el paso de la noche al día, ha declarado que “los ciudadanos no han
entendido sus políticas” en un más que claro que “la culpa es de los ciudadanos
que no nos han votado, que nosotros hacíamos lo que debíamos”. Y es que no han
entendido nada, absolutamente nada de lo que está pasando. Los ciudadanos han
dicho claramente que están más que hartos de las políticas que no resuelven sus
problemas y han manifestado alto y diáfano un no rotundo a las políticas de
austeridad y a las políticas antisociales que suponen recortes de derechos y del
estado de bienestar. Hoy no puede ser un día igual que el de hace una semana,
el gobierno y las instituciones del estado no pueden seguir actuando como si el
25 de mayo no hubiera pasado nada. En un escenario de elecciones generales el
PP habría perdido las elecciones de forma rotunda, y la izquierda de este país
habría vencido con holgura y margen suficiente para practicar otras políticas
en España más cercanas al sufrimiento ciudadano en el que nos ha sumido el
gobierno de Rajoy. Otra forma es posible y Andalucía lo ha demostrado donde el
Partido Socialista con Susana Díaz ha sido capaz de remontar los malos
resultados de los que partía con políticas que piensan más que nada en los
hombres y mujeres de nuestra tierra. También Extremadura devolvería el gobierno
al Psoe tras el malestar de muchos ciudadanos que dieron su voto a IU para que
después traicionaran políticas de izquierdas manteniendo en el gobierno a la
derecha más antisocial habida en el país. El partido socialista habría ganado
con nitidez en nuestra tierra con más de diez puntos de diferencia y Sevilla y
demás provincia andaluzas serían una vez más un bastión que detiene las
políticas de recortes populares. En el resto del estado español el Partido
Socialista tiene que tomar nota y hacer un análisis de la situación y cambiar
sus formas para volver a contar con la confianza ciudadana y que sin duda están
queriendo devolvérsela. Izquierda Unida también tiene que analizar seriamente
los resultados y tomar nota de lo que hacen mal pues, en el mejor de los
escenarios posibles, con una circunscripción única, donde todos los votos
suman, no han sido capaces de convertirse en la alternativa de izquierdas en
este país, consiguiendo un número de votos muy alejado de los socialistas. Sus
dirigentes tienen que ser capaces de distinguir el grano de la paja, los amigos
de los enemigos y emplear sus esfuerzos para sumar en la izquierda y dejar de
pretender ser “la verdadera y única izquierda” porque no es eso lo que los
ciudadanos les han señalado con su voto. Lo cierto es que IU ha dejado de ser
la tercera fuerza en muchas comunidades y provincias para pasar a ser la cuarta
o, incluso, la quinta, y de eso ellos son los únicos responsables. Y eso es un
aviso a navegantes que deben saber entender.
España se ha manifestado con estas elecciones con una mayoría social de
izquierda que debe dejarse ver en los gobiernos que salgan de las futuras
elecciones.
Los resultados obtenidos han echado por tierra las
encuestas dadas en el país por la mayoría de los medios de comunicación en las
que decían que la participación caería muy por debajo de las últimas europeas
de 2009. Lo cierto es que no sólo no ha caído sino que ha habido un aumento de
la participación ciudadana tanto en Andalucía como en España. Tampoco se han
cumplido los resultados que vaticinaban y que se han quedado a larga distancia
de los reales obtenidos el domingo. Encuestas de medios que en la mayoría de
los casos parecían mostrar más el deseo de un consejo de administración de una
empresa periodística. Lo cierto es que todos hemos visto el vergonzante control
que ha ejercido el gobierno de Rajoy con determinados medios que no han
mostrado empacho alguno por ocultar su apoyo al gobierno. También deberían
reflexionar en esos medios tipo ABC, El Mundo, El País, La Razón,… que han
echado por tierra la ética de sus informadores.
Otro análisis interesante y que no deberíamos dejar
de lado es la italianización de la política que se ha producido con estos
resultados. Y es que todos vemos como en el país italiano se carece de
estabilidad política produciéndose frecuentes caídas de los gobiernos y
frecuentes convocatorias de elecciones generales. La ampliación de los grupos
del arco parlamentario español puede provocar situaciones semejantes de
ingobernabilidad que solo desde la responsabilidad se pueden salvar..
Por otra parte los ciudadanos deben conocer que de
los treinta y nueve partidos presentados, sólo diez han obtenido representación
en el parlamento europeo. El resto han obtenido votos, pero no escaño. Por lo
que 1.147.700 ciudadanos han tirado “su voto a la basura” al no servir para
nada y han dejado que otros españoles decidan en su lugar. Y esto es algo que
debe doler especialmente. Sobre todo, considerando que muchos de ellos estaban
manifiestamente claras contra las políticas de recortes de Rajoy. Más de un millón de votos que hubieran
servido para dar al traste de forma más clara contra las políticas de
austeridad. Esto, sin duda, nos debe llevar a pensar más profundamente sobre nuestro voto. Lo peor
de las elecciones ha sido el crecimiento de la ultraderecha en Europa como en
Francia o Dinamarca, todo como consecuencia como las políticas de recortes de
derechos y que nos aleja de la Europa social en la que todos hemos creídos.
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