martes, 24 de marzo de 2009

¿Y yo?

La iglesia católica se encuentra convulsionada en nuestro país. Aquello de “a dios lo que es de dios, y al césar lo que es del césar” parece que no va con ella. Llevamos unos años en que en absoluto sorprende que los obispos ocupen la cabecera de los medios de comunicación, una veces motivada por la asignatura de Ciudadanía, otras la religión en la escuela o la selección de embriones para curar terribles enfermedades, también el preservativo es el centro de su ira. Y ahora nos toca el turno con el proyecto de ampliación de la ley de la interrupción voluntaria del embarazo, el aborto. Y se montan una campaña de muchos millones de euros con carteles, vallas, dípticos, etc, realizada desde la manipulación más obscena de la información. Y nos colocan la foto de un niño nacido, gateando frente a lo que ellos señalan como lince ibérico y que a la postre se ha comprobado que no lo es. Y en un país que cuenta con una Constitución que deja clara la separación de iglesia y estado, no cesan de indicarnos cómo se tiene que legislar, naturalmente en base a sus dogmas y a su catecismo. Pero se les olvida que el estado es legítimo para legislar pues está conformado por representantes del pueblo elegidos democráticamente, mientras que los obispos carecen de legitimidad alguna ya que no los eligen, se les nombra a dedo desde arriba. Y desde luego carecen de autoridad alguna en la materia. Lo cierto es que la vida de los niños nacidos, frente a lo que predican los Rouco y compañía, está hoy más protegida que nunca, tanto en derechos, prestaciones sociales, como en salud. Y para ello las estadísticas son muy clarificadoras y nos muestran hasta donde son capaces de llevar su mentira. Y es que la mortalidad infantil ha descendido en España de forma drástica desde 1975 (19 niños fallecidos por cada 1000 nacidos) hasta el 2006 (3,56 por mil). Y la verdad es que está feo que los obispos mientan porque es atentar contra su dios.

El debate actual sobre la interrupción voluntaria del embarazo no es en absoluto sobre sí o no al aborto, sobre si el aborto es bueno o es malo, o sobre si se está a favor o en contra. No es eso lo que se está debatiendo. Ese debate ya se hizo hace veinte años, en 1985 que es cuando se aprobó la actual ley. Ahora se pretende reformar una ley en aquellos aspectos en los que falló. Esta reforma no pretende otra cosa que no penalizar a las mujeres que quieran abortar. No hacerlo es permitir que las mujeres puedan ir a la cárcel. Los obispos en sus declaraciones, no plantean la reforma sino la misma ley. Sin embargo, la conferencia episcopal, que cuenta con el apoyo del PP en sus planteamientos, no dijo nada en absoluto en los ocho años de mayoría absoluta de Aznar. Y el PP entonces no eliminó la ley, nada cambió, y la iglesia permaneció callada. Y es que debe creer que como en la edad media el poder le debe corresponder a la derecha por designación divina. Con la reforma de la ley no se pretende otra cosa que dar garantía y seguridad a las mujeres y salvaguardar su dignidad. Éstas no pueden estar dependiendo de la forma de pensar de quien interpreta la ley.

La nueva regulación no pretende otra cosa que adaptarnos a Europa donde, en esta materia, ya somos de los últimos. (ver mapa de mi blog, http://rafaeltous.blogspot.com/2009/03/por-una-ley-de-plazos.html). Y con la reforma no se obliga a abortar absolutamente a nadie. La iglesia y el PP, se posicionan en contra de las recomendaciones de la ONU, de la Organización Mundial de la Salud y del propio Consejo de Europa. Tampoco podemos olvidar que el 14 de enero pasado se aprobaron en el Parlamento Europeo, con el voto favorable de miembros del PP, los derechos fundamentales de la Unión Europea, entre los cuales se incluyen aquellos que cuidan de los derechos de la mujer a la salud sexual, a la interrupción voluntaria del embarazo y a poder decidir sobre su propia maternidad sin que sea perseguida por ello. “No queremos que en España pueda haber ninguna mujer injustamente incriminada cuando desea interrumpir su embrazo”, ha señalado Zapatero. Enfrente, mientras tanto, la iglesia ha excomulgado en Brasil a una niña de nueve años. Y es que la pequeña esperaba gemelos tras haber sido violada por su padrastro.

Y es que en el aborto nos metemos en algo a nivel familiar, que afecta exclusivamente a una familia. Obligar a tener un hijo no deseado o por no poder mantenerlo es meterse en esa casa familiar, es imponer tus ideas a lo que puedan querer o creer otros. Lo cierto es que con lo que está sucediendo hoy, están en juegos los derechos de ciudadanía de las mujeres. Pero frente al fanatismo e integrismo religioso de la iglesia católica española, los países occidentales avanzados se inclinan por defender el derecho de las mujeres a la interrupción voluntaria del embarazo hasta un periodo prudencial como consecuencia del derecho a su propio cuerpo y sin tener que estar sometidas a persecuciones religiosas. Y es que la iglesia deja de lado el sufrimiento y dolor de millones niños en África, en muchos casos provocados por su oposición a todo método de regulación de la natalidad. Y son muchos de esos niños y niñas los que gritan en medio del desierto …¿y yo?