Todos los domingos, en el momento de comprar la prensa, me suelo encontrar con un lebrijano que tras darme los "buenos días" me da también el "parte de guerra" de la noche anterior, la noche del sábado al domingo. Y es que es verdad que este ciudadano está muy sensibilizado por la situación por la que pasa Lebrija cada fin de semana.
Me contó algunas de las cosas que ocurrieron todas cercanas a la plaza. Hoy ha tocado la quema de dos contenedores, espejos rotos de los colocados en las esquinas entre calles, espejos retrovisores de vehículos arrancados... Y así semana tras semana. Y todo por la desidia de un equipo de gobierno con su alcalde al frente que se niega a aplicar la "ley antibotellona". Sólo tiene que señalar el lugar adecuado para el divertimento de los jóvenes, y a partir de ahí aplicar la ley. Pero no, Lebrija no tiene un alcalde que gobierne y tome decisiones.
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