martes, 2 de marzo de 2010

Donde hay luz no hace falta candil

Todavía pasan de vez en cuando por mi mente recuerdos de cuando llegué a Lebrija hace poco más de treinta años. Recuerdo esas aulas con unos cuarenta niños y niñas, todos mirando hacia delante, hacia la pizarra, toda la tecnología de entonces. Las clases prácticamente se quedaban vacías de alumnos a poco más de comenzar el curso escolar y así permanecían unos dos meses. Y es que todas las familias al completo se marchaban a la campaña de recogida del algodón, iban todos desde los abuelos al más pequeño pues había que ganarse el pan para todo el año. Las marismas no eran otra cosa que un campo donde las vacas pastaban libremente, no daban otro producto que los caracoles, que llenaban los bares de Andalucía. Caracoles de Lebrija. Recuerdo el ambulatorio en una vieja casa de la calle Arcos, contaba con dos plantas y carecía de ascensor. Había muchas personas que no tenían Seguridad Social y sólo disfrutaban de la limosna de la beneficencia. Recuerdo que por entonces buscar una casa para alquilar en unas condiciones adecuadas era realmente una misión difícil. Eso sí, “partes de casa” había por doquier. Aún existía “la cochera” en la Corredera con más de cincuenta familias que compartían cocina y servicio. Me vienen al recuerdo los problemas existentes con el agua de consumo y los períodos en que carecíamos de ella, bien por sequías o por roturas de conducciones, camiones con cubas repartían el agua por las calles. Mi amigo Manolo, que siempre está en mi corazón, me enseñó a conocer Lebrija y sus gentes.

Qué distinto es todo hoy. Fue un 28 de febrero de hace treinta años. Yo estuve allí. Lebrija y Andalucía dieron una patada a la historia, una enorme patada. Andalucía se rebeló a ser el coto de caza de señoritos que venían con sus escopetas los fines de semana y que no la dejaban progresar, y es que así contaban con mano de obra barata. Eran muchas las potencialidades que contaba nuestra tierra y había que desarrollarlas con voz propia. Hoy vemos como nuestras universidades y Europa se llenan de estudiantes lebrijanos, también las marismas llevan treinta años como motor económico de nuestra tierra. El 28 de febrero fue la fecha detonante en la que los andaluces saltaron sobre las zancadillas que recibían de la derecha española. Y se pusieron manos a la obra. Infraestructuras por todas partes, se multiplicaron las carreteras, la educación y la sanidad se convirtieron en un derecho y se universalizaron. De la misma forma que hoy se ha convertido la Ley de la Dependencia en el cuarto pilar del estado. Andalucía hoy está avanzando en su vertebración. “El rapidillo de Andalucía” llamó Arenas irónicamente al AVE que trajo Felipe González y que nos puso en España. También desde esos sectores de la derecha arcaica no tuvieron el menor descaro en criticar cuantas medidas supusieran un avance para Andalucía. 30 años de compromiso por Andalucía del Partido Socialista que ha contado con grandes presidentes autonómicos como Rafael Escuredo, José Rodríguez de la Borbolla, Manuel Chaves al que nunca perdonó Arenas que le hubiera ganado las elecciones en tres ocasiones y por ello atacó sin reparo ni pudor alguno su honestidad, y José Antonio Griñán. Hoy no podemos hacer otra cosa que enorgullecernos de todo lo avanzado, de hasta dónde nos está llevando el compromiso del PSOE para con Andalucía. Y así vemos como estamos a la cabeza de avances médicos que cada vez hacen más felices a las personas, siempre con las críticas de sectores anclados en el pasado y que ven en los avances médicos un ataque a sus privilegios. Un simple paseo por Lebrija nos deja a las claras cuánto se ha desarrollado nuestra tierra y es que como dice el refrán “donde hay luz, no hace falta candil”. Lo cierto es que la innovación tecnológica llena nuestros campos y nuestras empresas, también somos líderes en energías renovables que nos empujan hacia un crecimiento sostenible y que nos deben ayudar a salir de la crisis. La pena es que la oposición del PP que tenemos es muy poco responsable y para ella todo vale. Vergüenza ajena me ha dado ver En Lora del Río, afectada por las inundaciones por el temporal que padecemos, a Rajoy, Gallardón y Arenas cual buitres de la política tratando de sacar tajada de todos los males o desgracias que nos afecten. Allá ellos, pues Andalucía sabe reconocer los gestos oportunistas. Mientras en el PP se dedican a eso, los demás a seguir arrimando el hombro, pues aunque es mucho lo avanzado, también es mucho lo que queda. Y el 28 de febrero es un buen día para reafirmar nuestro compromiso por Andalucía.