Este sábado pasado se celebró ese festival llamado de “Eurovisión” y que aburre a todo aquel que se pone delante de la pantalla para escuchar, en definitiva, a un presentador que juega a adivino tratando de acertar a quién vota cada país participante. Durante la representación de la canción española, un sujeto que buscaba su minuto de gloria europeo se subió al escenario unos instantes para desaparecer después. Una desgracia. Todavía estoy esperando a Rajoy o a Dolores (de) Cospedal culpando a Zapatero del “trágico” incidente. Ya lo hizo con la nube de ceniza del volcán de Islandia en el que “lógicamente” Zapatero era y es el responsable, y digo “es” porque esto de la nube aún no se ha acabado. Y es que Rajoy tiene prisa, mucha prisa por llegar a la Moncloa como nuevo presidente de España, no sea que el tiempo se lo estropee y las medidas que se aplican en toda Europa se muestren eficientes. Rajoy se deja ver como un carroñero de todo lo que ocurre y sucede. Y no tiene el menor empacho y pudor en meter la cabeza en las profundidades de las heridas por si algo le pudiera ser de utilidad en su camino al gobierno. Tanto interés muestra que le ha molestado sobremanera que nuevamente el gobierno de Zapatero se lo ha impedido en el Congreso por un único voto, y busca culpables en todo aquel que no votó contra las medidas de ajuste. Y es que lo dejó muy claro en su intervención, “Mi grupo no va a contribuir a que usted siga ahí”, dijo en un claro ejemplo de que lo que menos le importaba era España y sí el sillón de la Moncloa.
Rajoy, y con él el PP, no ha parado de exigir “medidas de verdad”, “medidas estructurales” ante la crisis. Pero lo cierto es que nunca se ha atrevido a decir cuáles. Aunque siempre se dejaban oir por la boca del jefe de la patronal, Sr. Ferrán. Y ya sabemos que no pretenden otra cosa que llegar al despido libre sin que pudieran los trabajadores acudir a la justicia, eliminar la cotización a la Seguridad Social que abona el empresario… Y cuando hablan los Rajoy y otros miembros del partido popular es para proponer ridículas y extrañas medidas a la que todos los analistas dejan ver su manifiesta inutilidad. Este fin de semana nos hemos desayunado con la propuesta de Rajoy de “reducir o eliminar los gastos electorales a la mínima expresión”. Así lo ha dicho y así lo escribo. Aunque yo pienso que lo que en el fondo le gustaría es que no hubiera elecciones, a fin y al cabo “Rajoy es el ungido”, “el elegido” y “está predestinado por los dioses para ser presidente” y “¿quién es el pueblo para evitarlo?” Esta propuesta me recuerda a otra de la señora (de) Cospedal durante las navidades pasadas en la que proponía que no se celebrasen comidas de navidad en solidaridad con los parados. Lógicamente el grupo de hosteleros y de camareros pusieron el grito en el cielo ya que representan a un sector que también mueve la economía (alimentación, transporte, empresas de cátering, camareros, alquileres de lugares, restaurantes…) y cuya “señora” los quería dejar sin trabajo en ese periodo navideño. Proponer eliminar los gastos en campañas electorales no es otra cosa que desvirtuar uno de los fundamentos de la propia democracia como son las elecciones y hacer llegar a los electores las distintas propuestas electorales. Y eso además de ser necesario también mueve la economía de los países (transporte, publicistas, técnicos de electricidad, sonido, imprentas, papel, ferreterías y droguerías, repartidores, montadores, alquileres de sillas, artistas, autobuses…) Y también Rajoy los quiere dejar sin trabajo en las elecciones, quizás porque han pillado y están imputados algunos de los que pagaban sus campañas electorales. Lo cierto es que nos quiere dejar sin elecciones y sin información. Y es que un candidato a la presidencia no puede mostrarse tan descerebrado como Rajoy al que no se le recuerda un solo gesto de un estadista responsable.
Estos años nos ha dejado a las claras que el PP necesita otros cuatro años de oposición para que tengan tiempo de renovar a un personal con origen en la caverna por otros que sean más responsables, respetuosos, educados, democráticos. Y ahora está pendiente la reforma laboral y que ya todos ven como necesaria, incluso los sindicatos que la están negociando. Ante ello se me ocurre una pregunta para la reflexión. ¿Quién queremos que la haga?, ¿un gobierno del PP o de Zapatero?